Asociación por la Unidad de Nuestra América

 

 

El Plan Puebla Panamá

Enrique Brito

 

Mucho antes de que se hablara de globalización ya habíamos pensado y deseado un cierto tipo de integración de México con los países de Centroamérica. De hecho existen relaciones profundas de carácter cultural: la lengua, los antecedentes indígenas, la música, la religiosidad, el cine, la televisión, la pobreza.

Lo que deseamos es una relación que beneficie a todos, que promueva el intercambio comercial y cultural equitativo.

En la era del TLC y de la globalización neoliberal, Fox ha propuesto el Plan Puebla-Panamá. Hasta ahora no se han difundido con claridad sus objetivos, las estrategias para ponerlo en práctica, ni quiénes serán los operadores. Por lo mismo se han despertado más sospechas y reacciones negativas que esperanzas fundadas.

Los Gobiernos de Panamá, Nicaragua, Costa Rica, El Salvador, Honduras, Panamá y México firmaron ya el 15 de junio en El Salvador la carta de intención que busca “garantizar la participación local e indígena en las consultas y toma de decisiones” ¿Cuándo será esto? ¿Cuándo los compromisos estén firmados y operándose? Porque hasta la fecha las organizaciones de la sociedad civil de todos estos países han sido marginadas, no se les ha consultado ni invitado. Es más, tampoco el PARLACEN (Parlamento Centroamericano) ha participado.

En general los Gobiernos han reaccionado con entusiasmo. El PARLACEN acepta pero con dudas. La sociedad civil y el pueblo lo rechaza porque teme que sea una estrategia más para explotar a los pobres en beneficio de los ricos.

Se habla de fuertes inversiones para establecer todo un sistema de carreteras que unan a la región, y la creación de un gasoducto que abastezca a los países. Pero, ¿quién se encargará de las obras?, ¿las grandes constructoras mexicanas y transnacionales? ¿De dónde procederán los recursos para estas obras si ni México ni Centroamérica cuenta con lo necesario? El que paga, manda.

Más parece que se trata de un proyecto estratégico para detener la migración de México y Centroamérica hacia los Estados Unidos, y para facilitar la creación del ALCA en el 2005, con los resultados que conocemos. El TLC ha producido el enriquecimiento de unos pocos y el empobrecimiento de millones. El Tratado entre México y Nicaragua arrojó en el 2000 los siguientes resultados: exportación de México a Nicaragua de 50 millones de dólares, y sólo 15 de Nicaragua a México. ¿Qué se pretende?

Hasta ahora predomina el rechazo porque no se sabe cuál es el planteamiento total; las experiencias vividas no resultan atractivas para la población mayoritaria.

Se desea, claro está, una nueva relación entre México y Centroamérica, pero que esté fundada en la equidad y justicia, de modo que verdaderamente redunde en bienestar para nuestros pueblos ¿Será posible?

Por lo pronto un número muy importante de organizaciones de la sociedad civil de la región están en contra de la manera en que se está promoviendo y de los objetivos que parece que se buscan.

 

 

Otras Notas del Boletín Unidad Regional

                        

Página Principal de AUNA México