Avances del Plan Puebla-Panamá
El próximo 15 de junio se realizará en San Salvador la reunión de los
presidentes de México y los países de Centroamérica, para aprobar y poner en
marcha el Plan Puebla-Panamá. Entretanto se han hecho algunas aclaraciones y
logrado ciertos avances, que ayudan a comprender mejor el alcance y la
orientación de dicho Plan.
En la Cumbre del G-3, de principios de abril, en Caracas, se acordó ampliar
el PPP a Colombia y Venezuela, “con la idea de promover el desarrollo económico
de esta región.”1
En entrevista, por otra parte, al responsable mexicano del Plan, Florencio
Salazar, éste expresó que “... no podemos tener una región tan atrasada que
tarde o temprano represente un amago serio a la integración nacional...” Se
pensó en el sur-sureste, dijo, porque es una zona más atrasada que otras del
país, porque allí está el mayor número de pobres y, a la vez, porque hay
riquezas naturales importantes que no han sido debidamente utilizadas.
Aclaró, además, que no se procederá de manera paternalista ni decidiendo
desde el centro lo que haya de hacerse, y que ya se trabaja a partir de un
documento básico que está siendo puesto a consideración de los estados,
municipios y comunidades, a fin de lograr el mayor consenso.
Al preguntársele en qué actividades se está pensando, comentó Salazar que
“hasta la fecha... sólo se contempla la instalación de maquiladoras que
ocuparán mano de obra no calificada, pero en un lapso de 25 años se espera cambiar
la imagen de la región a una... equiparable a las naciones desarrolladas.”
Se dijo también que el Estado se hará cargo de las obras de infraestructura
necesarias, y que ya se habla de destinar entre 22 mil y 32 mil millones de
pesos a la construcción de carreteras; que la empresa privada se encargará de
modernizar puertos, aeropuertos y ferrocarriles, y que la banca de desarrollo
promete apoyar otros giros.
Se mencionó a varios grandes empresarios mexicanos que ya empiezan a hacer
algunas inversiones en la región, y que en varios países de Europa, Asia y
América hay interés por participar en el Plan 2.
Dos elementos de duda han aflorado. El primero atañe a la paternidad del
Plan Puebla-Panamá. Inicialmente se dijo que era una iniciativa de México, que
se pondría a consideración de los países centroamericanos. Posteriormente, en
cambio, se ha señalado que el Plan “es parte de la estrategia impulsada por los
bancos Mundial e Interamericano de Desarrollo para –según su concepción- crear
un polo de desarrollo de clase mundial en América Latina, una nueva forma de
planeación y una acción para participar de manera decisiva en la macrorregión.”
3
En uno u otro caso, el apoyo financiero de los dos grandes bancos al
proyecto es importante. Pero indudablemente no es lo mismo que ellos lancen el
Plan, como parte de su propia estrategia, a que México y Centroamérica lo hagan
para impulsar la integración regional y el desarrollo. Los hechos, muy pronto,
aclararán tal cuestión.
El otro motivo de duda es por qué en una larga primera fase de muchos años
sólo se establecerán empresas maquiladoras, en su mayor parte seguramente
extranjeras y trasnacionales, en vez de atacarse los más graves problemas de la
región con una política interna y de verdadera integración regional
mexicana-centroamericana que modifique su estructura socioeconómica, política y
cultural.
1 El
Financiero, 9 de abril, p.49.
2 La
Jornada, 16 de abril, pp. 4 y 5.
3 La
Jornada, 17 de abril, p.8