Asociación por la Unidad de Nuestra América

                                                                      

Después de la X Cumbre Iberoamericana

Jorge Turner *

Colaborador Especial en Asuntos Latinoamericanos de AUNA México

En un artículo previo a la X Cumbre Iberoamericana de jefes de Estado y de Gobierno, celebrada a mediados de noviembre, le sugería a la presidenta panameña, Mireya Moscoso, que aprovechara el evento para denunciar en el discurso inaugural, o en la clausura, a su cargo, la nuevas embestidas que se están dando sobre la soberanía de Panamá, tras el cumplimiento de los tratados Torrijos-Carter.

La reunión abordó el tema que tenía asignado de modo preferente, el de la situación de la niñez y la adolescencia en América Latina y, en otro orden, Mireya Moscoso se refirió en sus discursos a la necesidad de un orden internacional más justo. Por otro lado, en una declaración final, los mandatarios reafirmaron su compromiso de defender la democracia y ajustarse a los principios de respeto a la soberanía y a la integridad territorial de los países, y al derecho de cada pueblo a construir libremente su sistema político, criticando la Ley Helms-Burton. Por separado, los dirigentes latinoamericanos y españoles aprobaron cuatro declaraciones: sobre un beneplácito por la recuperación del Canal de Panamá, sobre un llamado para conmemorar los 150 años del natalicio de José Martí, sobre las Malvinas y, finalmente, sobre una condena al terrorismo de “ETA”, que mereció una objeción de la delegación cubana.

El análisis, aún somero, de los documentos emitidos, revela en lo que atañe a los problemas de Panamá, que éstos fueron tratados en forma abstracta, indirecta y vaga. Es de agradecerse que exista complacencia generalizada entre los jefes de Estado que se reunieron porque a fines de 1999, la administración de la vía interoceánica haya pasado a manos panameñas. Pero lo que más nos interesa en este instante es su solidaridad activa ante las nuevas y concretas formas de dominación que Estados Unidos empezó a implementar contra nuestra nación. Con el cumplimiento de los Tratados Torrijos-Carter salieron los soldados norteamericanos de nuestro país, pero están tratando de volver con motivos y pretextos distintos de la defensa de la vía interoceánica. Hace poco fracasaron con su proyecto de instalar un centro antidrogas en Panamá. Y ahora indujeron a los paramilitares colombianos para que atacaran el humilde poblado de Nazareth, ubicado en la provincia panameña del Darién. La idea es presionar para que Panamá se sienta desamparada ante la violencia colombiana y permita la instalación de nuevas bases norteamericanas en el país, que en el fondo reforzarán los proyectos del Plan Colombia.

Este asunto no se trató específicamente así en la X Cumbre pero aparecieron cuestiones inusitadas que concentraron la opinión popular y que tuvieron como centro la figura del presidente Fidel Castro. Su rechazo a apoyar en particular la condena al terrorismo ejercido por la “ETA” sin aludir en general a las distintas formas de terrorismo como la que se lleva a cabo contra Cuba fue bien entendido por el pueblo panameño. Pero la tensión llegó a su máximo cuando se conocieron los detalles de la denuncia que presentó Fidel, de que habían entrado al país, con documentación falsa y la intención de asesinarlo, Luis Carriles Posada y otros facinerosos, que pronto fueron detenidos. El plan consistía en colocar una bomba de alto poder en la Universidad de Panamá el día que Fidel daría allí su charla de tres horas ante un público numeroso y entusiasta.

Lo dicho fue lo más saliente de la X Cumbre. La lucha por la solución de los problemas más ingentes de América Latina seguirá en distintos escenarios, teniendo a la vista las novedades que pueda traernos este año la celebración de la XI Cumbre, nada menos que en el Perú martirizado por Fujimori y Montesinos, bajo el tema central de la identidad de los pueblos de la región.

* Coordinador del Centro de Estudios Latinoamericanos (CELA), de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM.

Publicado en Boletín Unidad Regional – Imágenes de Nuestra América Nº 7, Primavera de 2001, páginas 1 y 13.

 

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